jueves, 17 de septiembre de 2009

FUNCIONES ASIGANDAS A EL PSICOLOGO DE LA EDUCACION

El rol del psicólogo de la educación ha sido tema de debate entre diferentes autores y profesionales, aún en la misma práctica, pues la situación mundial de la educación no es coherente con lo planteado en las diferentes convenciones donde se discute tanto la situación actual como los Objetivos del Nuevo Milenio (ODM) (Unicef, 2006). De esta manera, las demandas de las diferentes instituciones son ambivalentes con lo estipulado en la “teoría”, contradiciendo el status e identidad de la psicología de la educación como independiente de las demás psicologías y lo que aporta el psicólogo de la educación en el campo educativo, al mismo tiempo esto hace que continúe encerrada en sí misma, por lo tanto se pretende discutir el rol actual del psicólogo de la educación puesto en práctica en las diferentes instituciones.
Sin duda alguna, el rol del psicólogo de la educación implica un tema profundo del cual se podrían discutir muchos de aspectos por su quehacer en el pasado, su futuro y su presente. No obstante, el papel del psicólogo de la educación cada vez más cobra una relevancia protagónica a pesar de su rol difuso, ahora la visión y postura del mismo psicólogo le permite adquirir y realizar actividades extras al de la información que posee una comunidad educativa, sin limitarse a ser solamente un miembro pasivo, y así aportar elementos que contribuyen a cumplir los ODM, proponiendo acciones educativas factibles en cualquiera de los ámbitos ya sea formal, no formal o informal.
Es así, como en todas las instituciones se exige una participación activa de estos especialistas en el aprendizaje y desarrollo de los aprendices, para analizar y transformar el acto educativo con el fin de generar aprendices que sean capaces de facilitar el desarrollo y la aplicación de conocimientos en diferentes contextos y en pro del bienestar la sociedad, pues como menciona Savater (1991) refiriéndose al proceso de enseñanza planteándolo no como una mera transmisión de conocimientos objetivos o de destrezas prácticas, sino que se acompaña de un ideal de vida y de un proyecto de sociedad.
Sin embargo, se presentan problemáticas frecuentes en los profesionales de la psicología de la educación, ya que al no tener claro su función o su quehacer, terminan ejerciendo labores totalmente contradictorias o difusas, trascendiendo sus trabajos a otros campos o en el peor de los casos, fusiona sus funciones laborales pareciéndose a veces a un político, a un profesor escolar, a un bombero que apaga incendios, a un mago o a un superhéroe. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el psicólogo de la educación no puede aislarse de los demás profesionales, al contrario debe incluirse en los equipos de trabajo en pro de refrescar la actividad educativa cotidiana.
Es como si el psicólogo de la educación se sometiera a presiones de diversos tipos, al tener que responder a las variadas demandas que se le presentan, sin detenerse a analizar o resolver los conflictos que el individuo o la sociedad le aqueja en el momento, llegando posiblemente a casos peores como cambiar o confundir su propio rol profesional. Es importante, aclarar más el camino del rol que debe llevar a cabo el psicólogo de la educación dentro de una institución.
Funciones como orientación profesional, consejería, aplicación de test, atención de casos remitidos por profesores, realización de charlas y conferencias tanto a niños como a padres y profesores, cátedras de religión o filosofía (Coll, 1990) son exigidas por las instituciones lo cual es una evidencia de que no existe un limite entre el papel del psicólogo de la educación y otros profesionales tanto de la misma psicología como de otras disciplinas.
En este sentido, es bien sabido que el psicólogo de la educación se puede desempeñar en cualquier tipo de institución educativa, ya sea formal, no formal o informal; sin embargo, lo han encasillado en un solo lugar, y éste es en las instituciones formales, donde se le exigen funciones poco relacionadas con su quehacer profesional. En este sentido, el COPE (citado por Nuñez, Gonzalez-Pienda y Gonzalez-Pumariega, 2002), propone siete funciones que resumen el quehacer del psicólogo de la educación en el ámbito de aplicación, haciendo referencia a los contextos de enseñanza y aprendizaje en general, independientemente de las características concretas de sus participantes, del contenido y del marco institucional en el que tengan lugar. Entre estas funciones se encuentran, intervención a las necesidades educativas de los aprendices, orientación, asesoramiento profesional y vocacional, prevención, mejora del acto educativo, formación y asesoramiento familiar, intervención psicoeducativa e investigación y docencia.
El psicólogo de la educación, según Nuñez, Gonzalez-Pienda y Gonzalez-Pumariega (2002), es el profesional cuya actividad fundamental tiene que ver con la manera cómo aprenden y se desarrollan las personas, con las dificultades y problemas que encuentran cuando llevan a cabo nuevos aprendizajes, con las intervenciones dirigidas a ayudarles a superar esas dificultades y, en general, con las actividades especialmente pesadas, planificadas y ejecutadas para que aprendan mas y mejor, lo cual conlleva a la interacción entre psicólogo, docentes, estudiantes y demás actores del acto educativo en un lugar y tiempo marcados por ideologías y representaciones cambiantes de unos con otros, y esta interacción implica no sólo una práctica institucional sino también una práctica social lo cual plantea la importancia de la relación con los semejantes, así como menciona Savater (1991) “El hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes es mas importante para el establecimiento de nuestra humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que así se perpetuán o transmiten” (p. 31)

Se podría decir que es importante que el psicólogo de la educación tenga muy en cuenta en el proceso de formación que su función es ejercer el oficio de la psicología para no confundirse con los roles ejercidos de otra profesión. De esta manera, cabe decir entonces, que no se es psicólogo solo con la información teórica o con referencias bibliográficas, sino con la aplicación del conocimiento a una tarea o problemática. De acuerdo con lo anterior se da entonces la necesidad de integrar teoría y práctica, propiciando así la base de la tarea del psicólogo de la educación que por supuesto no puede realizarse sino se investiga y se deja claro siempre lo que hace como psicólogo de la educación.
A manera de conclusión y de reflexión, siguiendo los parámetros anteriores, se puede decir que el psicólogo de la educación ejerce un gran papel en una comunidad educativa, pues tiene las herramientas y necesarias para facilitar la educación diversa y contribuir en la mejora de la sociedad, para que las metas mundiales sean cada vez menos extremas.

Importancia de la comunicación entre los miembros del equipo de salud con los pacientes y sus familiares.

La comunicación tiene un papel fundamental en la relación entre el equipo de salud, el paciente y su familia, por esta razón puedo afirmar que la información no solo beneficia a una parte, sino que esta relación y comunicación debe ser reciproca, caracterizándose por la veracidad, suficiencia y forma de la misma.

De esta manera, la comunicación no sólo debe servir para que el medico pueda obtener la información que necesita para poder cumplir sus funciones, sino también para que el paciente se sienta escuchado, pueda comprender claramente el significado real de su enfermedad y para que se sienta parte de su tratamiento.

Algo muy importante para los pacientes, es que el medico demuestre estar interesado por él y en su enfermedad, que utilice palabras comprensibles para explicar el proceso de enfermedad, que proporcione información suficiente sobre el tratamiento, transmita tranquilidad, aconseje al paciente y a la familia, igualmente, que le permita tomar decisiones, que sea libre para comentar sus puntos de vista y que el médico los considere para definir el tratamiento, por lo tanto se puede decir que la falta de comunicación entre el médico y paciente, la falta de comprensión en el diagnóstico y en el tratamiento indicado pueden ocasionar la falta de adherencia terapéutica por parte del paciente.
Por este motivo, tanto paciente como profesional contribuyen con conocimiento esencial y específico para tomar las decisiones adecuadas, y la contribución del paciente no tiene que ver con su manejo del conocimiento médico sino con el hecho que sólo él sabe cómo experimenta su enfermedad y cuales son las especificidades de los síntomas, cuáles son sus circunstancias sociales, hábitos y preferencias.
En este sentido, las habilidades en el manejo de esta relación medico – paciente tales como la expresión de aspectos de carácter profesional y personal observables en la interacción con sus pacientes, son importantes para poder confrontar la diversa y compleja problemática que presenta el paciente, en todas sus dimensiones, no solo con los aspectos biológicos de este, sino también con su parte emocional psicológica, además de su entorno, en especial, el trabajo con la familia.

Por lo tanto, los médicos deben aprender a escuchar y evaluar al paciente en todas sus dimensiones, enfocándose atentamente en la información biomédica y la información psicosocial del paciente. Así en el cumplimiento de nuestra labor diaria como profesionales de la salud, sabemos que existen falencias en los diferentes niveles para abordar el aspecto biopsicosocial que requiere la atención del paciente con diagnóstico de enfermedad terminal y su familia.

Como reflexión, se puede decir que los profesionales relacionados con el área de la salud, en su formación deben recibir una adecuada preparación en el aspecto biopsicosocial de la atención del paciente con diagnóstico de cualquier enfermedad, al igual que suficientes herramientas que le permitan tomar conciencia de las propias creencias y actitudes frente a la enfermedad y si es necesario frente a la muerte.

Por esta razón, nuestro desafío como equipo de salud debe ser acompañar tanto al paciente como a la familia en todo el proceso de enfermedad, con intervenciones de apoyo y acogida, teniendo en cuenta la individualidad, dignidad, privacidad, cultura, deseos y creencias, para poder brindar una atención integral al paciente.
Otro punto a reflexionar es la resistencia de los profesionales en especial del equipo medico a informar malas noticias, lo cual se puede deber a que esto genera gran estrés, confronta intensas emociones, hay una gran sensación de responsabilidad por la noticia dada, además de la vivencia del dolor y muerte del profesional y su capacidad para enfrentar los sentimientos de los demás. Por estas y otras razones, se tiene la creencia que la comunicación de la verdad puede dañar, atemorizar y angustiar al paciente desproporcionadamente y llevarle a rechazar tratamientos objetivamente recomendables, ideas que son reforzadas, en la mayoría de los casos por la familia del paciente.
Sin embargo, desde la psicología se cree que la mayoría de los pacientes desean saber la verdad y que los beneficios para un paciente adecuadamente informado son mayores que los riesgos temidos. Por lo tanto, se ha sugerido que en vez de intentar negar las experiencias dolorosas que inevitablemente tiene la vida, es necesario obtener herramientas de comunicación, manejo de emociones, auto-conocimiento y auto-control con el propósito de ayudar al paciente y su familia y finalmente contribuir a la humanización de la práctica de los servicios de salud.